Trece años sin Kelme, la garra del pelotón (Capítulo III)

Trece años sin Kelme, la garra del pelotón (Capítulo III)

30 marzo 2020 Desactivado Por Virginia Barriuso Terradillos

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Al margen de los éxitos deportivos del equipo, a comienzos del nuevo siglo la empresa Kelme llevaba un tiempo atravesando serias dificultades. Un conjunto de inversiones desafortunadas y la creciente competencia internacional habían agravado la crisis de la compañía. Los atrasos en las nóminas de los corredores y cuerpo técnico eran cada vez más frecuentes. Finalmente, como resultado de sus problemas económicos, el equipo fue descendido a la segunda división del ciclismo internacional y comenzó 2004 con siete licencias congeladas y con las victorias de Alejandro Valverde como único revulsivo.

La entrada de la Comunitat Valenciana como patrocinador principal renovó las esperanzas de supervivencia de la escuadra alicantina. Nada hacía presagiar en ese momento que el final estaba cada vez más cerca. El principio de su fin estuvo relacionado con un nombre propio: el de Jesús Manzano. El onubense, amante de las juergas y la vida nocturna, había sido expulsado de Kelme por indisciplina debido a un incidente ocurrido durante la Vuelta a España de 2003. Medio año más tarde,  el resentimiento, el haber visto peligrar su salud e incluso su vida, tal vez la necesidad de dinero o quizá todo ello, contribuyeron a que Manzano rompiera una de las leyes no escritas del ciclismo: la ley del silencio, la que persuadía -la que aún persuade- de hablar con claridad del dopaje.

Las polémicas declaraciones del exciclista publicadas por al diario AS revelaban un uso generalizado de sustancias prohibidas en el pelotón, y describían en detalle las presuntas prácticas de dopaje que tenían lugar en el seno del Kelme. Apenas unos días después de aquellas declaraciones, el Tour de Francia decidía retirar al equipo la invitación que habían conseguido por sus méritos deportivos. Pese a ello, siguieron rindiendo a gran nivel, con la actitud combativa y el tesón de siempre. Tales fueron sus resultados que dos años más tarde, en 2006, volverían a ser invitados por la carrera francesa.

Para aquel entonces el ciclismo estaba, no obstante, sumido en cierta apatía que el ProTour no había sido capaz de paliar. ProTour. Así se llamaba la criatura de reciente creación de la Unión Ciclista Internacional. Verdugo de pequeñas carreras y de equipos modestos sin medios ni presupuestos suficientes como para adaptarse al proyecto de reestructuración del ciclismo profesional planteado por el ente rector del ciclismo. La nueva estructura mundial del deporte de las dos ruedas había dejado un largo reguero de cadáveres en el camino, además de demasiados equipos y pequeñas vueltas luchando por sobrevivir en una coyuntura en que seguía entumecido el interés general hacia el ciclismo.

Hasta el 23 de mayo de 2006. Ese día el deporte de los que un día soñaron con emular a Merckx o Induráin se convirtió en el centro de un gran despliegue mediático. Periódicos, tertulias, telediarios. Todos haciéndose eco de la misma noticia. Dopaje. Eufemiano Fuentes y Manolo Saiz, los primeros detenidos. Doctor y cabecilla de la red el uno; director deportivo y padre del ProTour, el otro. Pillados. No serían los únicos en caer. Había médicos, directores y una larga lista de deportistas implicados.


Imagen destacada: Diario Información / EFE

Sprint Final. Virginia Barriuso (@Vicki_BT).